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Un auténtico hervidero de pasiones es lo que se ha podido disfrutar sobre el césped del Camp Nou a la vez que el Barcelona recibió al Atlético de Madrid dentro de una pequeña final adelantada de La Liga al jugarse la punta de la clasificación que hasta ese momento ambos equipos compartían con 48 unidades, toda vez que el Barcelona tiene un partido pendiente.
Ambos equipos jugaron de forma fiel a lo que tienen escrito en su propio ADN; el Barça intentó dominar por medio de la pelota controlada, pases filtrados y la exquisitez que poseen sus jugadores de medio campo para adelante con una MSN que a lo largo de la campaña ha dado cátedra del juego en conjunto. Los colchoneros salieron totalmente revolucionados, impacientes y al abordaje con el fin de irse al frente en el marcador lo más pronto posible.
En primera instancia, la estrategia rojiblanca funcionó, Koke encontró un gol al ‘9 que subió los ánimos de la visita para seguir peleando por la liga, pero Messi dijo calma al ’30 al hacerse presente también en el marcador. La voltereta vino de los botines de Luis Suárez y con ello la impaciencia de los rojiblancos se convirtió en frustración.
Filipe Luis dio el primer aviso de este sentimiento justo antes de la finalización de la primera mitad, al ser expulsado por el colegiado Undiano Mallenco, luego de una artera entrada sobre Lionel Messi que calificó como roja directa.
Durante la segunda parte, a pesar de que el Barcelona se puso en superioridad numérica, fueron doblegados en el medio campo de la mano de Carrasco, que salió al campo con motocicleta incluida, y Antoine Griezmann, ambos con los blasones colchoneros por delante, que cuanto más se complican las cosas más parecen disfrutarlo.
Cuando podía divisarse un posible mejor desenlace para el esfuerzo que los nueve jugadores de campo visitante estaban haciendo al recuperar y pelear cada pelota en disputa, una nueva falta de cabeza fría por parte de otro de los hombres de experiencia rojiblancos ennegreció aún más el horizonte: Godín se hizo expulsar por doble amarilla al barrerse con fuerza desmedida sobre Luis Suárez, por lo que acompañó a su colega brasileño en los vestidores de forma prematura.
A partir de ese momento, lo que pudo ser una heroica reacción de los colchoneros que cada vez se encontraban más cerca de marcar el segundo que sus rivales de sentenciarlo, se convirtió en una auténtica misión imposible. El cansancio se hizo presente en todos los elementos restantes en el campo, siendo incapaces de mantener el ritmo frente a un Barcelona que jugó a trotando hasta el ’28, luego de despertar lentamente por producto del gol de Koke.
Otro resultado hubiera podido existir en una realidad alterna en la que las dos expulsiones no se hubieran forzado… Por desgracia, el hubiera no existe. El Atlético de Madrid hoy fue su peor enemigo.
Sergio Domínguez
@Corey_Cohen