El clásico de Inglaterra se daba en esta ocasión en Europa con dos grandes del fútbol continental que buscaban recuperar el prestigio perdido. Los Reds contra los Red Devils, lo autóctono contra lo comercial, lo inglés contra lo mundial. Así son estos dos equipos, dos maneras diferentes de gestión, modelo e identidad, pero coinciden en una cosa, ambos son gigantes.

Aunque hoy el Manchester United no lo parecía, bueno no hoy, sino toda la temporada. Van Gaal sigue sin dar con la tecla y sus jugadores saltaron al campo rendidos, a merced de un Liverpool con las ideas claras y que arrolló desde el minuto uno al United. Un penalti inocente de Memphis Depay hizo que Sturridge marcara e hiciera justicia. De Gea fue de nuevo el salvador con una parada antológica. Pudo ser mucho mayor la renta pero no atinaron los de Klopp. Anfield vibraba viendo cómo se ganaba y se hundía futbolísticamente a su eterno rival.

Coutinho continuaba con su show particular haciendo volver a sacar una mano milagrosa a David De Gea en un balón que se colaba en la escuadra. Sin embargo, en esta segunda parte el Manchester tuvo más el balón, con mayor criterio y poco a poco se acercaba a la portería de Mignolet, pero sin concretar ocasiones. Espejismo puro y duro. El Liverpool estaba a otra velocidad y amenazaba hasta que un mal despeje de Carrick en el área lo aprovechó Firmino para poner el 2-0. Sin ser el gran Liverpool de otros años, estaba bailando y meneando el manzano de Van Gaal. Klopp volvía a ganar la batalla táctica a un entrenador de prestigio. Como sería el partido de los hombres del holandés para que el único disparo fuera un remate de Fellaini en el minuto 85.

Nada más. Eliminatoria con 2-0, muy encarrilada para los Reds aunque Old Trafford siempre será el Teatro de los Sueños. Por sensaciones parece imposible la remontada pero recuerden, esto es fútbol. Klopp abrumó a Van Gaal.

Juan Lorenzana Prieto

@juanlp91