Un partido único, memorable. Eso se vivió en Old Trafford. Un partido de puro fútbol inglés, de los de antes, de juego directo y sin contemplaciones, de buscar la portería sin miedo a que busquen la tuya. Un homenaje al fútbol en el mejor escenario posible y entre dos de los equipos más grandes del planeta. Un duelo de poder a poder, de mecha corta, apenas un chispazo bastaba para encenderlo del todo.
El encuentro empezaba con los locales dudando si irse en tromba o tener paciencia contra un Liverpool bien colocado de inicio. A los 18 minutos se produjo la primera clara para el Manchester por partida doble. Primero fue Lingard que de cabeza, solo, remató e intervino magistralmente Mignolet. En el córner, Mata la tuvo pero la pegó desviada con todo a su favor. Se encendía la grada y Martial les volvía a dar motivos para soñar. El asedio de los Red Devils propiciaba que los de Klopp encontraran espacios a la contra. Coutinho casi lo aprovecha pero se encontró, como cualquier rival del United, con David de Gea, el verdadero ancla de Louis Van Gaal. Martial volvió a marear a la defensa Red y provocó un penalti que el mismo transformaría. Old Trafford creía y rugía más que nunca aunque Sturridge de un libre directo pudo silenciarlo, pero se fue al larguero su disparo. Coutinho enhebraba otra jugada de ensueño que Henderson desaprovechaba delante de De Gea. Ida y vuelta constante y Coutinho firmó una obra de arte con una vaselina perfecta.
El United lo intentaba tras el descanso pero le empezaban a fallar las fuerzas y la presión por tener que hacer tres goles les pesaba en las piernas. El Liverpool se tranquilizó y calmó el encuentro para llevarlo a su terreno. La grada empezaba a silenciarse mientras la hinchada visitante no dejaba de alentar en todo momento. El golazo de Coutinho había acabado con las esperanzas de un equipo resignado que no ha podido hacer frente a las numerosas bajas y que naufraga una temporada más. Coutinho y Can se aliaban para gustarse y podían sentenciar el encuentro en cualquier momento. De Gea era el muro que intentaba evitar otra debacle más. La consagración de Coutinho es un hecho, un partido para enmarcar y en que escenario, el brasileño da otro paso más en su corta carrera. Está para jugar como y donde quiera.
Fueron tiempos mejores para el Manchester United. Un conjunto mermado por las bajas que se ha venido muy a menos aun con toda la plantilla disponible. Van Gaal sigue sin dar con la tecla y parece tener los encuentros contados en el banquillo, que desde Ferguson, sigue sin encontrar a nadie que se acomode como el escocés a la mística. El peso del Sir sigue siendo una losa para cualquiera.
Juan Lorenzana Prieto